Un destino malévolo, frío, apático, agresivo y sigiloso, cual espera ansioso la frustración, indignación, impotencia, dolor de sus víctimas. Proveedor de la más frívola sensación de angustia y exasperación, que impide al más entusiasta vividor experimentar la expresión máxima de lo que implica el concepto felicidad.Dicen q la felicidad consiste en el mismo transcurso por su consecución.
A un hombre de edad adulta, entorno a la edad de jubilación, lleno de esperanza, motivación y emoción por contemplarse pleno de satisfacción emocional al proyectarse en un huerto sin más que la compañía de la que fue su amor, de su florenciente hija y de la siembra, se le es privado tal placer; un hombre cuya ida desencadena sus amores, que aun suelo pisan, observen como el destino le/s priva contemplar tal grandeza.Reflexionar sobre si él no pudo en ese camino evidenciar un ápice de esa felicidad global. Y sí, experimentar pudo otras felicidades especuladas su existencia. Pues, no considero podamos evidenciarnos en tales-diversidad de circunstancias de características felicidades, tal vez inasumibles, incomprensibles, cosechadas por la percepción del mundo justo: - Y…Le encontré culpable del acontecimiento mordaz, pero al cual no puedo dañar. Dónde, a qué desviar mi ira. Cognición engañosa..., desligarme quiero de tus sesgos afectivo-emocionales. Que por dar coherencia al contexto en que me sumergió el destino, me priva de experimental el duelo psicológico cual me podría liberar de este aletargante pesar. Porque, qué más da el vivir, si el día a día transcurre sin sentimiento entusiasta por la consecución del valorado estatus convencional del licenciado-trabajador-padre-jubilado… Tal vez más nos valdría enfermar psíquicamente y zanjar el maniobrar cognitivo que nos termina por dañar.
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