“Le
amo”, “le quiero, “le deseo...”
Y
exasperada atisbo, un pronto “le extraño”,
sintiendo
que parte del sentido de mi vida se va con él ...
Quedando
otra latente
sin
suscitar a mi conciencia interés,
por
conciliar los días bellos al estar sin él.
Mi mente pretende huir de
la especulación tóxica. La caja de sus pastillas sobre la mesa; el aroma que
aguarda su cazadora negra; sus torpezas, gracias, sarcasmos-ironías y
contagiosas sonrisas /las mías; la suavidad al tacto de sus lánguidos brazos;
su bronceada espalda; su acogedora tasa cardiaca revelada por el acompasado
movimiento sonoro de su velludino pecho y estómago; sus refinados rasgos
faciales, de estilizada naricilla y finos labios, entristecidos ojos y
salientes orejitas; sedoso su escaso cabello entre mis dedos; sus maltratadas
piernecitas de hombre bizarro... Entonces qué supondrán.
Cuándo
el tiempo me permitirá
nuevamente
encontrar
este
acogedor rinconcito
de
la geografía paternal.
Siento
que nunca jamás volverá ese tiempo,
al
percibir, ya no cálidas, sino ardientes las lágrimas,
que
a este papel empañan por verse mis sentidos privados,
del
calor que proporciona por excelencia
dicha figura paternal.
Mis dedos se traban y mi
carrillo humedecido arruga y emborrona el papel; goterones de viscoso líquido
de mi nariz enturbian mis pensamientos, dejando para otro momento estos nocivos
pensamientos...
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