Adormecida yace sobre aquel tortuoso camastro, permufamada por la humedad oriunda de la noxe, aire freco que, infiltrado por una pequeña rendija de una vaporosa critalera, la enfriaba. Sus fosas nasales dilataron por acoger aquel aire puro que en la calurosa oscuridad la dejaba respirar, frecor que propagado por sus rostro suministró a sus cansados parpados la calma que necesitaban. Sus extremdades adormecieron al son que sus parpados calleron, lentamente, acomodandose sobre los bultos que describía el sofá en que tendida yacía la joven.
Silencio, tan solo el correteo liviano del aire recorría sus oidos. La inquietud venida del letargo inmperiante en la noche la hacian removerse en aquel estrecho camastro mientras el frio iba apoderandose del calor de sus pequeños pies. Ella por mantener la tempura característica de la vida tomó una manta que junto a sus pies encontró, extendió la misma por su cuerpo, porque el mísmo siguiera albergando calidez e incomodamente desplegó la manta removiendo los atomos que a aquella habitación conferian intranquilidad. Así trajo a su cuerpo la calma, su mente parecía descansar. Pero, repentinamente el aire comenzó a bramar, lobo, simbolismo del auillido del viento, el cual otorgará agitación sobre la mente de la joven. Sus pupilas comenzaron a moverse describiendo sus parpados vibraciones que hicieron acalorada y subitamente abrir sus ojos.
Esta persistente incomodidad hizo apelar a su cognición. Su mente demandaba a sus sentidos despertar, mas estos permanecieron muertos, tan solo en su consciencia quiso despetar el tacto. Al tiempo los filtros del percibir tan solo querian apreciar calidez, el como aliento proveniente de otros labios se topaba con su gélida naricilla. Mas no percibió calidez alguna, soledad intrigante en que la cognición se inquieta sin poder tomar alicientes por calmar sus sed de sensaciones. Ya desorientados sus sentidos dejan de apreciar la entumecedora humedad que la rodeaba, atisbos de familicas sensaciones que la agotaron en esa eterna noxe. Entonces su cuerpo y mente totalmente agotados adormecieron, y la joven pareció caer en el sueño profundo en que sus últimos pensamientos se hacen inminentes.
Pudo entonces tomar del vacío los labios que ensalzan esa calidez que la devuelve a la vida, aquella que despierta cada uno de sus sentidos por apreciar cuantas sensaciones... Tomó a estos como esclavos, se aproximó a ellos y con una mirada firme pero tierna les sugirió que se abrieran dejando que el aliento proveniente de los mismos recorrieran su rostro, apreciando como esa calided se propagaba por su agitado cuerpo. Algo sobrenatural la hizo despertar, parecía falta de esa calidez que el sueño le otorgó, entonces solo pudo recrear la situación en que aquellos labios se perdieron en la infidad del universo...
Silencio, tan solo el correteo liviano del aire recorría sus oidos. La inquietud venida del letargo inmperiante en la noche la hacian removerse en aquel estrecho camastro mientras el frio iba apoderandose del calor de sus pequeños pies. Ella por mantener la tempura característica de la vida tomó una manta que junto a sus pies encontró, extendió la misma por su cuerpo, porque el mísmo siguiera albergando calidez e incomodamente desplegó la manta removiendo los atomos que a aquella habitación conferian intranquilidad. Así trajo a su cuerpo la calma, su mente parecía descansar. Pero, repentinamente el aire comenzó a bramar, lobo, simbolismo del auillido del viento, el cual otorgará agitación sobre la mente de la joven. Sus pupilas comenzaron a moverse describiendo sus parpados vibraciones que hicieron acalorada y subitamente abrir sus ojos.
Esta persistente incomodidad hizo apelar a su cognición. Su mente demandaba a sus sentidos despertar, mas estos permanecieron muertos, tan solo en su consciencia quiso despetar el tacto. Al tiempo los filtros del percibir tan solo querian apreciar calidez, el como aliento proveniente de otros labios se topaba con su gélida naricilla. Mas no percibió calidez alguna, soledad intrigante en que la cognición se inquieta sin poder tomar alicientes por calmar sus sed de sensaciones. Ya desorientados sus sentidos dejan de apreciar la entumecedora humedad que la rodeaba, atisbos de familicas sensaciones que la agotaron en esa eterna noxe. Entonces su cuerpo y mente totalmente agotados adormecieron, y la joven pareció caer en el sueño profundo en que sus últimos pensamientos se hacen inminentes.
Pudo entonces tomar del vacío los labios que ensalzan esa calidez que la devuelve a la vida, aquella que despierta cada uno de sus sentidos por apreciar cuantas sensaciones... Tomó a estos como esclavos, se aproximó a ellos y con una mirada firme pero tierna les sugirió que se abrieran dejando que el aliento proveniente de los mismos recorrieran su rostro, apreciando como esa calided se propagaba por su agitado cuerpo. Algo sobrenatural la hizo despertar, parecía falta de esa calidez que el sueño le otorgó, entonces solo pudo recrear la situación en que aquellos labios se perdieron en la infidad del universo...
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