Quién no dejó en el camino aquel pequeñito ser con el que disfrutamos nuestra niñez conjunta y felizmente.
En la calurosa noche en que no podía conciliar el sueño aquel ser diminuto se recorrió por mi mente, un correteo fugaz ágil e incesante, un de allá para acá trazado por unas diminutas pero sonoras pisaditas. Pisadas que iluminaban imágenes de antaño en que mi vida era concebida junto aquel pequeño ser como una unidad. Imágenes en que en la noche recreé y que anhelante deseo en este instante.
Como comprenderéis la mayoría de nosotros en nuestra infancia pudimos disfrutar de una niñez dulce (aunque hubiésemos vivido momentos aterradores), feliz en que todavía no éramos conscientes de nuestra ignorancia, inocencia, pero que por el contrario tomábamos con ansia cada segundo que del presente pasaba, y de qué forma... Bien pues, todos de chikitujos nos aferramos a una " mano amiga ", bien por identificación, compenetración, por apreciar en otro niño las carencias que en nosotros mismos atisbamos...Una compañía que con el transcurso del tiempo te ayudó a reafirmarte en eso que denominan "personalidad", algo que aún no sabemos que procedencia tiene, si astral, física, química, fisiológica o una unión entre tantas ciencias empírico- teóricas -oníricas -ocultas... Lo que cobra interés es ese personajillo que de algún modo se ve ligado a nosotros, una compenetración, complementación, aporte, sustentación, afirmación entre su y nuestra, y entre por y para nuestra personalidad. Un ser que con el tiempo se nos hace indispensable por aquello que nos aportó, y así también, no solo por lo que nos aportó sino por el simple hecho de observar en su persona el crecimiento, la reformidad, el reafirmamiento, la seguridad de su personalidad gracias al mantener entre ambos grandes lazos de amistad. Un personajillo diminuto que se nos hace inmenso en el pensamiento, el corazón, con el cual experimentamos realmente sentimientos únicos de admiración, conjugación, celosía y hasta posesión. Tantos sentimientos..., emociones...que se despertaron con ese ser tan diminuto que cada uno de nosotros podemos ubicar enclaustrado en nuestra mente, un "pitufo amistoso".
Pero el transcurso del tiempo a veces se nos presenta de un modo feroz, un latigazo hostigante nos hace remover por dentro, haciendo exasperar a todos aquellos sentimientos dirigidos hacia aquel chikitujo amistoso. Llega una tarde en que no ves a ese pequeño ser, te preguntas por qué; una noche en que piensas en él y te das cuenta que si no habéis quedado debe ser por algún motivo. Entonces experimentas una sensación de angustia, miedo, traída por la incertidumbre que propició el no saber porque no os visteis como solíais hacer; llega un día en que te propone quedar, alegras, mas esa felicidad se desvanece al comentarte que os acompañará una tercera persona, y piensas por qué otra persona, a caso no se lo pasa bien conmigo, críticamente contemplas en ese tercer personaje la ruptura entre el él-y-yo, esa unidad que reunía los principios de compenetración, confianza, identificación, en que no cabía un distractor. Así experimentas por primera vez celos, de nuevo una sensación angustiosa que te hace pensar en el perder a ese personajillo. Esto te hace cometer un error, hacerle escoger entre aquel tercer "amigo" y tú...
Del todo caes al vacío en que te cuestionas del porque ya no dispones de esa amistad, no encuentras respuesta, no entiendes que hiciste mal, erais dos en uno, dos en uno rotos ya en el presente. Pasa cuánto tiempo preguntándote del que será de esa persona, mas no te atreves a examinar el presente en que el vive, el saber que es de él. Un miedo que no quieres mostrar, un miedo del que no quieres ser consciente, por qué, tal vez por la incertidumbre del qué hiciste mal...Entonces otras cuestiones hostigan a tu conciencia: quizá no le dí lo suficiente; quizá solo me interesé en mi bien estar y no fui consciente de todo lo que me ofrecía, y por el contrario de lo que jamás le concedí; quizá los celos experimentados por mi yo posesivo, aquel que arrestaba a esa persona y no la dejaba experimentar ciertas sensaciones que conmigo no podría vivir. En resumen, cuestiones que sin responderlas te dan la oportunidad de pensar en la reconciliación de esa unidad entre el él-y-yo, el poder disfrutar con, para y de ese chikitujo amistoso como antes.
Bien pues, en la melancolía caímos al perder aquel "sustrato diminuto" de nuestra personalidad, y de ahí que experimentásemos sentimientos de frustración, tristeza, perdida, extrañeza, inseguridad, angustia... pero fuimos fuertes y mantuvimos en nuestra conciencia a ese pitufo amistoso que enclaustrado en nuestra mente anhelamos incesantemente. Un vacío en el anhelo que nos incitó a buscarle de nuevo por llenar con retrospección y por el que al futuro miramos contemplando esa antaña unidad. Una unidad que sabias no sería como tal compenetración, dependencia del pasado, pero si una nueva unidad entre el él-y-el-yo, que aunque difícil de reencontrar, no imposible. Todo es bueno es cuanto es innovador, nuevas experiencias, sensaciones, sentimientos que nacen de una misma persona, algo indescriptible, sensaciones más agradables en cuanto nos hagan rememorar esa feliz infancia, atisbando ribetes de esa antaña unidad. Con esto os invito a que os intereséis por saber de ese chikitujo amistoso enclaustrado en nuestra mente.
Y para finalizar que menos que dar gracias a esa persona que contribuyó a la reafirmación de mi personalidad: Paula...
te agradezco cuantos momentos me dedicaste y pudimos compartir en nuestra infancia, el ir al block-buster y alquilar una peli de miedo con que experimentábamos conjuntamente ese gusanillo que nos producía el coger una peli para adultos, absurdo pero que evoca en mi una sonrisa; el comer salchichitas cocidas en tu pequeño patio, ese al que se accedía por una ínfima escalerita que me daba miedo...; el estar en tu habitación y que me presentaras los miles de CD’s que tenías, ambas entusiasmadas por el cuál me enseñarías, los nuevos que tenias o los antiguos que más nos gustaban como Shakira, OBK o la que más me hace rememorar momentos inolvidables junto a ti, " la puntita del pie ", una canción que en mi mente no se degrada, una canción que aun bailo acometiendo la misma secuencia de pasos que juntas trazamos en el pasado junto aquel gran espejo de tu habitación; el haber vivido momentos risueños angustiosamente, me remito al día en que te fracturaste el cuello, ya que no me lo creía y me reía, pobre...es que el modo en que te sucedió fue raro... De esto recordar nuestros pequeños "botellones", fiestecitas intimas en que con unas colas y unas bolsitas nos hacían felices; el bailar en mi casa mostrándoles a mi familia las coreos que nos montábamos en tu casita :$, y el como mi familia expectante, risueña y entrañablemente nos miraban, y como luego me recordaban el como bailábamos, todavía un movimiento tuyo característico tengo en mente :D, jiji que graciosa. Y hablando del como eras, cientas palabras podría decir tales como dulce, cariñosa, atenta, graciosa, amable, espléndida, humilde... como ves solo puedo trazar calificativos positivos, ya que mi corazón en tu compañía siempre experimentó alegría con esa unidad pasada, mas también incluidos el presente pasado en que te extrañé y el inminente presente en que te recuerdo...De nuevo gracias por tu amistad, aquella que me hacer rememorar mi más feliz infancia.
Con esperanzas atisbo un futuro en que nos reencontremos y entonces recordamos cuantas vivencias compartimos en nuestra infancia, ya que un papel y un boli se me hacen escasos material y emocionalmente en el recuerdo de aquella inolvidable infancia.
Gracias Paula, "mi pequeña enclaustrada mano-amiga".
verdaderamente increible me has dejado sin palabras,magnifico
ResponderEliminar