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Espero al leer os identifiqueis con ciertas sensaciones descritas aunq de un modo muy personal. Y así, mediante vustra identificación, podais mirar el pasado e ilustraros retrospectivamente con momentos conmovedores. Así como, si aun no creeis haber experimentado esas vivencias, os mostreis más receptivos a cierta estimulación ante la cual habitualmnte parecemos adormecidos.

"Hay un mundo más allá de la mera experiencia sensorial-fisiológica"

9.29.2009

Carta 21:

Un abrupto camino de frondosos matorrales me invitó a adentrarme. En la incertidumbre de qué podría esconder aquel paraje me encontré desprovista de visión. En ese instante divisé sentado sobre una roca un joven. Me fui acercando a él pausadamente en lo q iba apreciando un rostro algo entristecido. Más me contuve el ansia por saber q le sucedía y no le pregunté, pero si tomé su mano y le expuse de si quería acompañarme.



Así acompañada por este alma en penar, en q la visión se acrecentó, me sumergí de su mano en aquel lugar para así no perdernos entre su frondoso follaje. Despejé en cada paso trazado el camino, mas ni un atisbo de claridad pudimos contemplar. Seguimos caminando de la mano en lo q se iba oscureciendo el camino cuanto mas nos adentrábamos entre su maleza.

Sumergidos en la profunda oscuridad el joven apretó mi mano y abrió súbita y pronunciadamente sus ojos, dando claridad a aquel negro infernal camino, por lo q pudimos seguir adentrándonos. Pero repentinamente el se detuvo e hizo un brusco movimiento de brazo en q en medio volteo me acogió en su regazo, dejando posar su mirada sobre mis ojos, quienes apreciaron en desorbita su pupila, q iba ennegreciendo su verde iris.

En su mirar comencé a sentir como una pequeña gélida brisa me envolvía sumergiéndome en un estado de intranquilidad, sostenido por aquellos ojos empupilados posados fijamente sobre los míos. Mi corazón comenzó a agitarse, mis pulsaciones fueron frecuentándose hasta ya mi cuerpo ser incapaz de sostener aquel agudo pálpito culminando en leves espasmos en los brazos sostenidos por el joven. Éste parpadeó inconscientemente en el aprecio de mi enaltecimiento, pareciendo apagar y encenderse la luz q nos abría paso entre aquel abrupto sendero. En ese momento comencé a atemorizarme, los brazos del joven me sostuvieron con mayor rigidez y firmeza, y volvió a posar de nuevo su gélida mirada sobre mi, sumergiéndome aun más en el temor. Al mismo tiempo empecé a percibir como iba empequeñeciendo cuanto mas fijamente me miraba. Inmersa en esa pequeñez me preguntó q si de él esperaba algo, en un tono muy tenue y calmado, casi susurrándome, desviando de mí su mirada. Internamente, en el trazo de sus palabras, me recorrió cierto calor aliviándome del temor atisbado por su gélido mirar.

Con la pregunta me calmé, mas la incomodidad persistió ya q no comprendía el porque de esta, no sabia q contestar. Mientras trataba de responder me enredé en contemplar el semblante del joven q por su tristeza, en q sus parpados caían y su mirada era inestable, me conmovió e hizo apreciar el enaltecer del joven en la espera de mi respuesta.



Repentinamente me soltó al darse cuenta q mi mirada se centraba en sus ojos. Sosteniéndome leve y cuidadosamente por un brazo me hizo caminar de nuevo.



Apresuradamente me condujo a una pequeña cueva escondida entre aquella frondosa maleza. En esta nos adentramos, hasta poder apreciar cierta claridad traída por aguas estancada de color cristalino con destellos vaporosos en q se deslizaban pequeños peces del tono verdoso contemplado en los ojos del joven. Era un lugar hermoso.



Una vez centrada mi atención en las bellas aguas, el joven desapareció y comencé a sentirme insegura y atemorizada. Me deslicé ligeramente sobre la superficie de la cueva, mas la belleza del lugar hizo ralentizar mis pasos hasta mi quietud frente a las aguas en q me enredé en el reflejo del joven. Incomprensiblemente las faz entristecida y cabizbaja del joven me hizo enternecer. El brillo de sus ojos sobre las aguas se afirmó y el tono azabache por el empupilamiento persistió adentrándome en la comodidad de la frialdad, haciéndome girar para poder contemplar sus ojos de cerca. Delicadamente posé mis manos sobre las suyas en ofrecimiento de mi regazo, ya q podía confirmarse en su entristecido mirar la falta de afecto q en él se describía. Tomé su leve encantadora sonrisa y tímida mirada como respuesta acogiéndole en un abrazo, percibiendo como sostenía su alma en pena.



En el cansancio de mantener nuestros cuerpos en pie, tras recorrer aquel largo e interceptado sendero, le ofrecí asiento sobre unas abrillantadas rocas por los destellos cristalinos de las aguas . Posados frente aquellas tomamos asiento cercanos, contemplando los verdes pececillos mientras nuestros cuerpos tomaban aliento y calma. Nuestras miradas colisionaron tímidamente en lo q él apartó sus ojos de mi, mas los míos centraron aun más su atención sobre el rostro del joven para seguir contemplando su hermosura. Quise acercarme más para poder apreciar su olor resultando casi inoloro, lo q me incitó a tocar su piel. Mis dedos acariciaron delicadamente sus brazos percibiendo un terso y amelocotonado tacto.
Precipitadamente me abrazó, acogiéndome sus brazos ansiosamente, haciéndome esbozar una tímida y complaciente sonrisa sostenida como indicios, en la percepción extraña, de el ser mi enamorado.



Entonces agitada y apresuradamente me despojé de sus brazos en q mis ojos desprendieron aquel brillo q hace ensalzar lagrimas.

Y mirándole extrañadamente de mi boca se pronunciaron cientas preguntas en q me colapse, dejando posar los labios del joven sobre los míos.

Tras el beso me dijo q me calmase, q por favor le escuchase y perdonase. Aquel beso me conmovió tanto q no pude negarme y atentamente acogí su exposición en q respondió a mis agitadas y exacerbadas cuestiones, en q me dijo q todo sucedía porque yo misma así lo quería.



Extrañada seguí atendiendo a sus palabras en q su dulzura e alentaba.

Me expuso q si me adentré entre aquella maleza fue por su presencia, por aquella su mirada entristecida q me hacia depositar sobre el mi confianza. q si me sumergí en aquel lugar fue por el ansia de descubrir mundo, mas cuidada y guiada por quien me brindara su calida y acogedora mirada, su corazón.

Ya no extrañada, sino conforme con su exposición, no podía centrar mía atención sobre sus palabras en el insostenimiento de mi ansia por abrazarle, mas contenida y enaltecidamente seguí atendiendo.

Me expuso q su presencia no era casual, q llevaba tiempo esperando a q me interesase por descubrir q se escondía entre aquella maleza, q me atreviera a contemplar el amor de cerca. Que él estaba preparado y dispuesto a amarme, q por ello la espera, por ello la hermosura del lugar, por complacer al amar, por alentar a quien conocía. Para q en la belleza de este en la comodidad me viese, y comprendiese q el conocerme y amarme ya lo hacía.



Y q por favor le brindase la oportunidad de mostrarme su amor, y por este le amase; la ocasión de amarme y amarle.

En mi aturdidse descendió postrándose en cuclillas sobre las aguas, sacando de estas uno de aquellos verdes pececillos ofreciéndomelo. Todavía perpleja tendí mis manos para tomar al pez entre estas Entre aleteos fue tomando un tono nacarado en q mi asombro hizo desviar mi mirada de éste y posara momentáneamente sobre la faz del joven. En el regreso de mi visión sobre el pez una pulsera de pequeñas perlas nacaradas encontré.

No podía descentrarme del suceso y en mi atontecer el joven me sostuvo por los brazos comentándome q todo esto no era mas q un sueño. Mas q en las realidad sería el quien eme esperase y conociese, quien posteriormente cuidase y guiase, quien me amase.



No te lo preguntes más, atrévete a amar.

No te lo preguntes más, seré yo quien te amará.

 La Nenna Kenni

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